Nuestro grupo de jóvenes San Francisco de Asís, como lo pueden ver, tambien fue parte de la marcha del Corpus Christi realizada el sábado 5 de junio de 2010...
Todos los jóvenes de la vicaría Flores nos congragamos y salimos de la basílica de San José de Flores. Caminamos hacia la catedral de Bs As,para que junto a todos los jóvenes de las diferentes parroquias de la ciudad de Buenos Aires seamos parte de la misa celebrada por el cardenal Bergoglio.
Éstas fueron las palabras del cardenal Bergoglio....
Todos los jóvenes de la vicaría Flores nos congragamos y salimos de la basílica de San José de Flores. Caminamos hacia la catedral de Bs As,para que junto a todos los jóvenes de las diferentes parroquias de la ciudad de Buenos Aires seamos parte de la misa celebrada por el cardenal Bergoglio.
Éstas fueron las palabras del cardenal Bergoglio....
Buenas tardes para todos ustedes.
Ustedes que desde la mañana han cruzado la ciudad desde cuatro direcciones convergiendo aquí. Han caminado. Les pregunto: ¿caminaron así nomás o dejaron huellas?
(contestan los jóvenes) —¡¡Dejamos huellas!!!
(dice el Cardenal) —¡No oigo!
(responden los jóvenes) —¡¡¡Dejamos huellas!!!
Dejaron huellas. Eso es caminar cristiano porque el cristiano deja huellas porque camina sobre las huellas de Jesús, camina sobre las huellas de quien lo marcó. El cristiano sigue el camino que dejó Jesús.
En la vida se puede caminar sin dejar huellas, paveando, sin dejar ninguna huella y vos pasás tu vida como si no hubieras pasado.
Hay gente que pasa la vida como si caminara en una cinta transportadora, nunca deja una marca en los demás, nunca les pasa un mensaje. Jesús pasó y nos dejó un mensaje, un mensaje total, un mensaje radical. Jesús marcó una huella del principio al fin. Jesús que no se prestó un ratito y después se borró. Jesús se prestó toda la vida, se entregó toda la vida, hasta la muerte.
Pregunto: ¿Ésas son las huellas que ustedes quieren dejar?
(contestan los jóvenes) —¡¡Sí!!
(dice el Cardenal) —¿Las huellas de la radicalidad, hasta el final, con toda el alma, con todo el corazón, con toda la vida?
(contestan los jóvenes) —¡¡Sí!!
(dice el Cardenal) —¿O quieren caminar cómodamente, sobre una cinta transportadora, como una especie de desfile de modelos?
(responden los jóvenes) —¡¡No!!
(dice el Cardenal) —¿Qué quieren? ¿Caminar marcando huellas en la vida o hacer un desfile de modelos de jóvenes de la Iglesia?
(responden los jóvenes) —¡¡No!!
Caminar, ¿no es cierto? Y claro, para eso hay que jugarse. Si me permiten una palabra: no hay que arrugar. Un joven, una joven no tiene derecho arrugar. La cobardía no es para ustedes, la cobardía es para los miedosos, para los pusilánimes, para los que no se animan a seguir ninguna huella y por lo tanto no quieren dejar ninguna.
No tengan miedo. Juéguense hasta el final. Para cosas grandes. Entreguen la vida entera como la entregó Jesús. No a pedacitos o por un tiempo. El cristiano no lleva una vida de fin de semana. La lleva plena. Ésas son las huellas que tienen que dejar.
Pero cuidado, que les van a proponer un camino cómodo, un camino que no deje huellas, un camino que no los junte como hoy. Porque lo lindo de hoy es que se han juntado para dejar huellas. Y quien que les propone un camino sin huellas es el demonio. Porque el demonio se nos mete, divide, nos pone chirles, nos pone miedo en el corazón para que no nos juguemos. Es el que nos hace arrugar frente a la vida. ¿Y saben por qué? Porque el demonio es cobarde. Es un cobarde y un castrado y nosotros no seguimos a ningún castrado. Seguimos a Jesús que marcó las huellas para toda la vida.
Una huella que da vida.
Una huella de valentía.
Una huella que nos marca un horizonte.
Una huella que nos da fecundidad.
Sigamos caminando las diez cuadras que nos quedan dejando huellas.
Que Dios los bendiga.
Ustedes que desde la mañana han cruzado la ciudad desde cuatro direcciones convergiendo aquí. Han caminado. Les pregunto: ¿caminaron así nomás o dejaron huellas?
(contestan los jóvenes) —¡¡Dejamos huellas!!!
(dice el Cardenal) —¡No oigo!
(responden los jóvenes) —¡¡¡Dejamos huellas!!!
Dejaron huellas. Eso es caminar cristiano porque el cristiano deja huellas porque camina sobre las huellas de Jesús, camina sobre las huellas de quien lo marcó. El cristiano sigue el camino que dejó Jesús.
En la vida se puede caminar sin dejar huellas, paveando, sin dejar ninguna huella y vos pasás tu vida como si no hubieras pasado.
Hay gente que pasa la vida como si caminara en una cinta transportadora, nunca deja una marca en los demás, nunca les pasa un mensaje. Jesús pasó y nos dejó un mensaje, un mensaje total, un mensaje radical. Jesús marcó una huella del principio al fin. Jesús que no se prestó un ratito y después se borró. Jesús se prestó toda la vida, se entregó toda la vida, hasta la muerte.
Pregunto: ¿Ésas son las huellas que ustedes quieren dejar?
(contestan los jóvenes) —¡¡Sí!!
(dice el Cardenal) —¿Las huellas de la radicalidad, hasta el final, con toda el alma, con todo el corazón, con toda la vida?
(contestan los jóvenes) —¡¡Sí!!
(dice el Cardenal) —¿O quieren caminar cómodamente, sobre una cinta transportadora, como una especie de desfile de modelos?
(responden los jóvenes) —¡¡No!!
(dice el Cardenal) —¿Qué quieren? ¿Caminar marcando huellas en la vida o hacer un desfile de modelos de jóvenes de la Iglesia?
(responden los jóvenes) —¡¡No!!
Caminar, ¿no es cierto? Y claro, para eso hay que jugarse. Si me permiten una palabra: no hay que arrugar. Un joven, una joven no tiene derecho arrugar. La cobardía no es para ustedes, la cobardía es para los miedosos, para los pusilánimes, para los que no se animan a seguir ninguna huella y por lo tanto no quieren dejar ninguna.
No tengan miedo. Juéguense hasta el final. Para cosas grandes. Entreguen la vida entera como la entregó Jesús. No a pedacitos o por un tiempo. El cristiano no lleva una vida de fin de semana. La lleva plena. Ésas son las huellas que tienen que dejar.
Pero cuidado, que les van a proponer un camino cómodo, un camino que no deje huellas, un camino que no los junte como hoy. Porque lo lindo de hoy es que se han juntado para dejar huellas. Y quien que les propone un camino sin huellas es el demonio. Porque el demonio se nos mete, divide, nos pone chirles, nos pone miedo en el corazón para que no nos juguemos. Es el que nos hace arrugar frente a la vida. ¿Y saben por qué? Porque el demonio es cobarde. Es un cobarde y un castrado y nosotros no seguimos a ningún castrado. Seguimos a Jesús que marcó las huellas para toda la vida.
Una huella que da vida.
Una huella de valentía.
Una huella que nos marca un horizonte.
Una huella que nos da fecundidad.
Sigamos caminando las diez cuadras que nos quedan dejando huellas.
Que Dios los bendiga.
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